Segué la flor

gazania1

Yo lastimé la flor
cuando, al cortarla,
su sangre he dividido.
He puesto fin al pulso y al latido,
a su color que incendia mi ventana.

Sus pétalos esparce la mañana
aún con rastros de rocío;
cristal fundido que la noche le dejara.
El aire acuna con presteza
tu frágil carne desprendida
que en grácil girar
busca la tierra.

El leve tallo sin espinas
es una admiración decapitada,
un signo que no empieza ni termina.

Segué la flor para entregarla
y en un impulso necio y homicida
la condené a una muerte anticipada.

No volverás a saludar al sol
repleta de color y de alegría,
por este amor malentendido;
tu simétrica pasión
el ventanal reclama.

No nacerá ya en ti otra mañana,
ni el prodigio de abrirte repetido.

Tijeretazos, recortes, sacrificios y otros estímulos.

Manos arriba

En este río revuelto de nuestro actual mercado laboral, plagado de empleos basura y ofertas trampa, donde resulta difícil dar con una propuesta de empleo digna, 5.000.000 de ciudadanos buscan -en ocasiones desesperadamente- un trabajo que les permita subsistir; conservar sus viviendas, pagar sus facturas o simplemente comer. Francamente, es altamente improbable, encontrar una oferta de trabajo con las condiciones de salario y contratación, que permita cubrir esas necesidades.

Se viene produciendo en estos últimos años, con el incremento continuo del paro, una tendencia o, más bien, una práctica generalizada de nuestros oferentes de empleo: la búsqueda del empleado chollo. Es escandaloso el retroceso que se está produciendo en los derechos y garantías de los trabajadores, especialmente desde el punto de vista de su protección y seguridad, pero si a ello le sumamos la actitud cicatera y oportunista de muchos empresarios lanzados a la caza del obtener más pagando menos a sus empleados, les hacemos un flaco favor a la productividad y la competitividad, dos factores económicos de peso que es tan necesario estimular. Esto no se consigue con el salario del miedo: miedo a quedarse sin trabajo o el miedo a no encontrarlo. Parece obvio que este no es el camino. Los empresarios tienen la obligación de saberlo y los legisladores el deber de crear la condiciones que impidan, o por lo menos no favorezcan, estas prácticas.

Comprar duros a peseta se ha convertido en la máxima de los empresarios que presentan nuevas propuestas de empleo y es una estrategia de contratación generalizada, ante el fuerte desequilibrio entre oferta y demanda. De nuevo la regla de los mercados enmascara a los oportunistas, modestos seguidores de los empresarios del pelotazo, que tienen buena parte de culpa en nuestra actual situación.

Se ha impuesto el: «A río revuelto, ganancia de pescadores». Pero no todo vale. Ante esta situación en el mundo del trabajo, los poderes públicos tienen obligaciones establecidas incluso por la Constitución Española de 1978. En el TÍTULO I, CAPÍTULO II, SECCIÓN 2ª De los derechos y deberes de los ciudadanos, el artículo 35.1 dice: «Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo».

Es obligación de nuestros políticos y las Instituciones del Estado promover y garantizar estos derechos para todos los españoles. ¿Lo han olvidado? La respuesta parece evidente, Mariano Rajoy nos lo dejó claro la semana pasada con sus inevitables medidas de recorte, tijera nuestra de cada día, con las que el Presidente de la nación pretende estimular la búsqueda de empleo. Él solito dejó patente la monumental carencia de imaginación de nuestros gobernantes y su falta de interés por el bienestar de los súbditos (antes ciudadanos).

¿Hasta cuándo vamos a aguantar?

Fdo.: Este súbdito acongojado.

Mis palabras jadean cansadas

Mis palabras jadean cansadasPalabras
Las oigo latir desde el papel
Como seres vivos palpitan
Y reclaman un lugar
En la vida
El tiempo
Tu mirada.

Dales el soplo, sé Dios
No permitas que en el pozo
De nuevo se pierdan
En la nada
El silencio
Tu olvido.

Que el viento las reclame
Que tu garganta acuda a pronunciarlas
De boca en boca viajen consagradas
En el alma
El corazón
Tu vida.

Paseemos

(Para Ana porque a menudo la sencillez hace a las cosas importantes )

Entonces tú me tomas de la mano,Ana BN
con esas manos pequeñas ya femeninas,
y, tu palma en la mía,
caminamos como te gusta:
charlando y despacio
por esas calles cubiertas de ruidos,
de asfalto, de olores, de coches
y gente apresurada.

Buscamos, sin apenas pensarlo,
espacios tranquilos, donde yo te escucho
mientras tú hablas;
y caminamos mientras me pregunto
qué sabrás de todo lo que aún no sabes,
por todo lo que habrás de vivir;
si te podré seguir acompañando…

¿Cuánto durarán aún estos paseos?
Pronto la adolescencia te impondrá su tiranía:
la vergüenza, la rebeldía y el cambio.

Creces hija, rápidamente
y mientras yo envejezco paseemos
cogidos de la mano,
esta forma dulce
de vivir la horas
que con cariño compartimos.

EnumeraL

No tu espada de agua
que amenaza tocarme
ni tu boca de niño,
ni ese aroma de sangre
que difunde la rosa.

No el vuelo desnudo del vencejo
tras su rastro de plumas,
ni su agudo chillido
que puebla la tarde.

No la flaca figura
del galgo marchito
que olisquea basuras,
ni su triste mirada.

No el cristal de una idea
no el temor de una llaga
ni el sueño que puebla
los ojos de un niño,
ni el amor de una amada.

No tu esbelta figura
ni tu joven aliño.
No tu espada de fuego
ni tu boca de carne.

No el final de un principio
ni tu lengua al rozarme,
ni el color de la risa;
ni el azul del mar cabe
ni cabe la prisa
o el aliento, o el aire.

Yo desgrano palabras
Que desean juntarse.

Desde donde lo veo

I
No hay sistema ni forma
no hay ritmo, ni pausa;
no hay amor sin cadena.
Ni dolor sin condena.

II
Algo oscuro en la noche
por el sueño se adentra:
y lo inquieta y lo rompe.

III
Conjurando los miedos
vuelvo a buscar tu boca
y te bebo.

IV
No hay silencio en tu forma
ni cansancio en mi miedo.
Otros labios te besan
otras voces te nombran.

V
Ya caduca la magia
de mirarnos desnudos.
Sin razones te acojo
donde guardo mis dudas.

VI
El principio de todo;
al principio no hay nada
¿oscuridad y silencio?
Lo dudo.

VII
Ven. Vayamos
por caminos seguros
a llamar a otras puertas.
O espera.

VIII
Ni dolor sin condena
ni ritmo, ni pausa.
Algo oscuro en la noche
te acecha.

IX
Los despojos
que el tiempo ha dejado
recojo y los guardo,
como un bien precioso.

X
Que sea otro quien caiga
pedimos.

MANUAL PARA CONTAR ARCES, de José Ramón Muñiz.

Como muestra este botón, de entre las muchas publicaciones de gran calidad, que hay en su blog. Encontraréis el enlace al final de la entrada.

 

MANUAL PARA CONTAR ARCES

Para María del Pilar Martínez Palacios

 

Un arce de belleza vi en tu pelo

y un arce de belleza en tu mirada,

y tres tu boca vieron coronada

que cuatro hallaron en tu piel de hielo.

 

El uno fue la causa de mi duelo,

el otro de mi vida esperanzada,

los tres el alma vieron maltratada

y el resto dieron rienda al desconsuelo.

Un arce fue en tu pelo la belleza

sumado a mi dolor, arce añadido

en ese bosque lleno de aspereza.

 

Y tantos he contado que, rendido,

al arce que alza la naturaleza,

como arce lloro en arce convertido.

José Ramón Muñiz Álvarez

2005 © SONETOS DEL ALBA Y EL CREPÚSCULO

vía El Curuxín d’Asturies: MANUAL PARA CONTAR ARCES.