(Para Ana porque a menudo la sencillez hace a las cosas importantes )
Entonces tú me tomas de la mano,
con esas manos pequeñas ya femeninas,
y, tu palma en la mía,
caminamos como te gusta:
charlando y despacio
por esas calles cubiertas de ruidos,
de asfalto, de olores, de coches
y gente apresurada.
Buscamos, sin apenas pensarlo,
espacios tranquilos, donde yo te escucho
mientras tú hablas;
y caminamos mientras me pregunto
qué sabrás de todo lo que aún no sabes,
por todo lo que habrás de vivir;
si te podré seguir acompañando…
¿Cuánto durarán aún estos paseos?
Pronto la adolescencia te impondrá su tiranía:
la vergüenza, la rebeldía y el cambio.
Creces hija, rápidamente
y mientras yo envejezco paseemos
cogidos de la mano,
esta forma dulce
de vivir la horas
que con cariño compartimos.
Es una preciosidad!pero deja ya de hacerme llorar!te quiero papá!