Restos del naufragio

Abandonos y naufragios

Hay un hombre que piensa
dentro de mi.
Porque el otro lo contiene calla,
con la mordaza
del prejuicio o el miedo;
la buena educación como coartada.

Hay un hombre
que cuando habla
ofende, sorprende o irrita.
Hay un hombre en mí
que lo contempla todo
con perspectiva.
Escucha y aprende
y a menudo, olvida.

Hay en mi
otro hombre
que guarda los restos del naufragio.

El nido

Hay un espacio – por decirlo de algún modo – un lugar de nuestra mente, o un sitio oculto y reservado de nuestro corazón, donde sólo entramos nosotros.
Ni nuestros seres más queridos, aquéllos que comparten nuestras vidas, alegrías y miserias, pueden siquiera rozarlo.
En el se almacenan emociones pudorosas e impúdicas vergüenzas, fracasos y olvidos que se resisten a su destino; lejanos olores o palabras no dichas.
Es la habitación del pánico de nuestra alma, un lugar seguro e íntimo.
Hoy, sin embargo, cuando he ido a mi refugio, el gusano estaba allí, alimentándose; anidado.

Microrrelato: el nido.