Resurrección
¡Estás desterrado! Le gritó el cementerio al muerto.
Resurrección
¡Estás desterrado! Le gritó el cementerio al muerto.
Fue cuando me miró brevemente, en el momento en que me disponía a colocarle la capucha que debía cubrirle la cabeza. Supe, lo vi en sus ojos, sin el menor resquicio de duda, que aquél hombre era inocente.
Accioné la palanca que liberaba la trampilla y escuché el golpe sordo del cuerpo al tensar bruscamente la cuerda y el crujido seco e inconfundible de las vértebras al quebrarse.
Para eso me pagan.