A tenor de lo comentado en anteriores entradas de este blog y por si había alguna duda respecto a la crítica situación en que se encuentra la Casa Real española, Iñaki Urdangarín le echa leña al fuego, buscando alcanzar un acuerdo con la Fiscalía Anticorrupcción, que implicaría reconocerse culpable de las imputaciones. A perro flaco, todo son pulgas.
Reproduzco el editorial de La Verdad, en que se analiza esta noticia.
Asunción de culpabilidad.
Editorial de La Verdad
La propuesta que al parecer han trasladado a la Fiscalía Anticorrupción Iñaki Urdangarin y Diego Torres, ofreciéndose a devolver parte del dinero que obtuvieron de sus gestiones con las instituciones baleares y valencianas a cambio de que la pena solicitada sea inferior a los dos años de prisión, y por tanto no tengan que ir a la cárcel, supone, antes que nada, que ambos se declaran culpables. Independientemente de la suerte que les depare el procedimiento judicial en curso y de la sentencia que en su día pueda dictar el tribunal que los juzgue, la por ahora, y al parecer, implícita asunción de culpabilidad representa un cambio crucial en cuanto a la posición de Urdangarin, puesto que no solo se desdice del discurso de inocencia al que se aferró públicamente minutos antes de su primera comparecencia ante el juez Castro, sino que obligaría a la Casa del Rey a adoptar una postura más inequívoca respecto a la cuestión. La disposición a colaborar con la Justicia podría si acaso reducir la pena que se le imponga pero no el reproche social e institucional que merece su conducta. Es lógico que Urdangarin y Torres pretendan eludir la prisión brindándose a retornar al erario las ganancias que obtuvieron a cuenta de inducir a determinados responsables autonómicos y locales a malversar fondos públicos. Pero la magnanimidad que al parecer solicitan requeriría una colaboración plena para esclarecer los hechos y corroborar los indicios y pruebas hasta ahora obtenidos muy a su pesar, y en coherencia con ello no ya el compromiso sino la materialización de la reversión del dinero acumulado, en especial del depositado fuera del alcance de la hacienda española y de la propia Justicia. No se trata de que Urdangarin y Torres asuman implícitamente su culpabilidad en una componenda con la fiscalía, sino de que detallen cada uno de los extremos de su actuación. Hay dos aspectos de ella que exigen el más pormenorizado esclarecimiento de hechos y depuración de responsabilidades: la sistemática utilización de la pertenencia de Urdangarin a la familia del Rey como recurso comercial y el sorprendente comportamiento de los encausados al no desarrollar ninguna actividad profesional o empresarial que no esté sujeta a imputaciones.