El Titular de la Monarquía Constitucional Española ha sufrido un accidente. En Botsuana (África). De caza. De elefantes. A sus 74 años. Capricho de más de 40.000 euros. En esta España del desempleo y los recortes. ¡Vaya metedura de pata majestad! Con perdón.
Confieso mi simpatía hacia nuestro monarca. He sido Juancarlista; no especialmente monárquico, pero creo que el saldo de su representación y sus intervenciones es claramente positivo. No es que, como dice la canción, olvidé mil cosas buenas por una que salió mala, no. Es que últimamente a nuestra Monarquía se le amontonan los huéspedes incómodos y los desaciertos. Y el balance se resiente y nuestra opinión se duele.
Hay algo que no me cuadra, cuando recuerdo sus intervenciones recientes: reclamando credibilidad y prestigio de las instituciones, ejemplaridad y profesionalidad a los cargos públicos y sacrificios a todos los españoles. ¿La Casa Real está exenta también de esto? No se puede cuestionar su derecho al ocio y al descanso, pero su elección, en tiempo y forma, ha sido como mínimo decepcionante.
Lo vengo pensando desde hace bastantes meses, a raíz de verle cada vez más deteriorado físicamente en sus apariciones públicas; hay que saber retirarse. Esto no supone rendirse, es sencillamente lucidez. Que no le falte.
Estamos en la «zona de transferencia» y es momento de pasar el testigo.
Le deseo una rápida y total recuperación.
Respetuosamente,
Este ciudadano acongojado.