Desde sus ojos — anegados en lágrimas que desbordaban sus párpados en llanto silencioso — su mirada, insistente, buscaba mis ojos.
Y mis ojos miraban moverse sus labios ipnóticos, acompasados a su voz, hermosos.
Sólo entendí:
Te dejo.
Desde sus ojos — anegados en lágrimas que desbordaban sus párpados en llanto silencioso — su mirada, insistente, buscaba mis ojos.
Y mis ojos miraban moverse sus labios ipnóticos, acompasados a su voz, hermosos.
Sólo entendí:
Te dejo.